lunes, 2 de mayo de 2016

Una fábula económica...



Érase una vez unos alegres vecinos (ah no,  ya disculparán, así empezaría un cuento. Déjenme volver a intentarlo…)

El sol se desperezaba sobre un bonito vecindario en alguna parte del mundo (por  fortuna libre de guerras, dramas de refugiados,  y vergüenza internacional). En dicho vecindario existían bonitos (y muy grandes) bloques de vecinos con sus correspondientes piscinas y  vecinos molestos (un vecindario sin vecinos molestos no merece tal nombre).  La organización social se componía de la siguiente manera;


  1. Promotores/constructores: Estaban en los áticos de los bloques de vecinos, ajenos y lejanos a lo que pasara por debajo de sus relucientes moradas.
  2. Comunidades de vecinos: quienes dirigían y organizaban cada bloque de vecinos y gestionaban los servicios comunitarios.
  3. Vecinos arrendadores: propietarios de casi todos los pisos de cada comunidad, eran la minoría (curiosamente casi todos entraban en la categoría de vecinos molestos).
  4. Vecinos arrendatarios: La base de la pirámide, digo, la base de la comunidad de vecinos.


Los promotores/constructores imprimían y distribuían el dinero que se utilizaba en cada comunidad de vecinos. Los receptores de ese dinero para distribuirlo eran la comunidad de vecinos y los vecinos arrendadores quienes lo utilizaban para sus propios pagos y distribuirlo entre los vecinos arrendatarios. Los vecinos arrendatarios eran felices en sus casas de diseño, trabajaban vendiendo y comprando productos y servicios entre ellos y trabajando en el mantenimiento de la propia comunidad. Todo funcionaba perfectamente y en armonía. Pero por desgracia  la armonía es una diosa veleidosa y caprichosa y el ser humano (molesto o no) un ser poco interesado en dicha diosa.  Y llegó un momento en el cual los vecinos dejaron de sentir respeto y admiración por la diosa armonía y comenzaron a estrujarse las neuronas en busca de ganar más dinero. Y como el ser humano es capaz de engendrar pesadillas basadas en el sueño de la razón se les ocurrieron las siguientes ideas


  1.   Por parte de los vecinos arrendatarios: algunos de los mismos vieron la oportunidad de ganar más dinero y enriquecerse con diversos proyectos, entre ellos convertirse ellos mismos en constructores vía ampliar el bloque de  edificios pidiéndole dinero a los vecinos arrendadores para hacer más apartamentos  en las zonas verdes del edificio
  2.  Por parte de la comunidad de vecinos: aprovechando  la llegada de nuevos vecinos gracias a la construcción de nuevos apartamentos se lanzaron a la construcción de grandes (y muy inteligentes proyectos) como una piscina olímpica, ascensores de alta velocidad, un parque de atracciones gigante en la azotea del edificio y muchos otros (al 2-5% de comisión mediante. Claro, que ser miembro de la comunidad de vecinos no presuponía que fueran tontos, y mucho menos, honrados…). Lógicamente cada nuevo proyecto requería más personal y medios. Y que los vecinos arrendadores les dejaran el dinero claro.
  3.    Por parte de los vecinos  arrendadores: Cuando descubrieron (aparte de ser vecinos muy molestos, claro) que el dinero se movía a velocidades de vértigo y sin control a través de sus manos se horrorizaron de ver que podían quedarse sin su parte del pastel (y en las universidades elitistas de las que provenían quedaría muy feo acudir sin deportivo a la fiesta de ex alumnos, inadmisible de todo punto, o sea) idearon la forma de beneficiarse de semejante orgía económica:

1.       Por un lado como habían prestado dinero tanto a los vecinos arrendatarios y la comunidad de vecinos y los proyectos parecían tan tan sólidos (ironía off) convertir la deuda generada por dichos proyectos en productos financieros que los vecinos arrendatarios (la base de la base) pudieran adquirir vía participaciones y beneficiarse de los especuladores, digo espectaculares rendimientos que dichos proyectos tan tan tan (sí, lo he repetido 3 veces) sólidos iban a generar.
2.       Y por otro viendo que el dinero se movía tan rápido, tan fuera de control por parte de los promotores/constructores y que parecía no acabarse nunca que inventaron productos financieros que se basaban únicamente en dichos movimientos de dinero entre la comunidad de vecinos, los arrendatarios y ellos mismos, aplicando intereses entre los puntos de origen y destino (y ya de paso añadiendo algunas participaciones mezcladas de todos los demás megaproyectos)

A pesar del descontrol  el sistema parecía funcionar (todos los desiertos tienen espejismos, y la historia de la humanidad está lleno de ellos) pero por desgracia la diosa armonía había desaparecido y un primo lejano suyo decidió que era el momento de hacer una visita. Su nombre, CAOS. Y CAOS, al ver el vecindario, decidió que era el lugar perfecto donde instalarse.

Lo primero que dejó de funcionar fue la venta de nuevos apartamentos (se habían construido más de los que se necesitaban) , seguida por la venta de entradas para el mega parque de atracciones en la azotea. Al dejar de funcionar muchos vecinos arrendatarios fueron despedidos, lo cual agudizó la caída en la venta de nuevos apartamentos y la rentabilidad del resto  los grandes megaproyectos de la comunidad de vecinos. Pero lo más grave estaba por llegar, al perder su trabajo, los ingresos de la comunidad de vecinos cayeron a pesar de que el coste de la deuda de los megaproyectos seguía intacta. Y se habían construido muchos apartamentos que nunca iban a venderse. Los vecinos arrendadores  descubrieron que no iban a recuperar las deudas por el dinero que habían prestado a los demás, creando un agujero imposible de asumir. 

Asustados, los vecinos arrendadores y las comunidades de vecinos se reunieron con los promotores/constructores para encontrar una solución. Se plantearon dos escenarios en dicha reunión;


  • Parar el sistema e intentar que la diosa armonía sustituyera a su primo CAOS. Por desgracia dicha solución era imposible, significaría el fin del sistema y el abandono masivo de los vecinos de la comunidad. 
  •     Seguir adelante y que la rueda no se parase. Para ello era preciso que los promotores/constructores imprimieran muchos más billetes para cubrir los agujeros de la comunidad de vecinos y los vecinos arrendadores. El sistema de funcionamiento sería la emisión de billetes que serían entregados a las comunidades de vecinos y a los vecinos arrendadores.  Pero para poder justificar dicha medida era preciso establecer un sistema de gestión de la circulación de dichos billetes. Así que se decidió que las comunidades de vecinos  recibirían dicho dinero, que justificarían vía emisión de deuda comunitaria que podrían adquirir arrendadores y arrendatarios a cambio de un interés. Dicho emisión de billetes se destinaba a cubrir  los agujeros de la comunidad de vecinos y arrendadores. Pero mejor ilustrarlo con números;

Comunidad de vecinos Mensual

Ingresos Comunidad vecinos: 1.000,00 (y disminuyendo)
Gastos corrientes Comunidad (limpieza, mantenimiento, etc.): 1.000,00
Deuda Megaproyectos: 70.000,00
Cuota deuda mensual megaproyectos: 700,00
Desfase Mensual: 700,00
Vecinos arrendadores
Deuda generada por actividades de construcción de apartamentos y megaproyectos: 140.000
Necesidades corrientes de los vecinos arrendadores para seguir funcionando y dejando dinero mensualmente: 700 u.m 
Lógicamente los vecinos arrendadores con semejante deuda no disponían de efectivo generando un desfase mensual de 700 u.m.

Solución

Los promotores/constructores imprimirían mensualmente 1.400 u.m en billetes que se lo darían  a las comunidades de vecinos. Estos convertirían esos 1.400 u.m en 1.000 participaciones de 1,4 u.m  para que los arrendatarios lo compraran a cambio de un interés y posteriormente a los 3 meses la comunidad de vecinos recomprar esas participaciones pagando el interés correspondiente. La comunidad de vecinos se quedaría con 700 y los vecinos arrendadores con otras 700 para asegurar el funcionamiento del sistema. En caso de que los arrendatarios no pudieran comprar esa deuda, los propios promotores constructores emitirían más dinero para comprar mensualmente dichas participaciones.

El objetivo era mantener el sistema en pie y sin que se parase, con la confianza de que la actividad de los megaproyectos y venta de apartamentos retornase y permitiera recuperar los ingresos y pagar las monstruosas deudas. Pero por desgracia la confianza y los cimientos del sistema habían quedado tan tocados que dicha actividad no se recuperaba. Y mientras los ingresos de la comunidad de vecinos disminuían, los costes de la deuda y de la gestión diaria se mantenían, con lo cual era preciso incrementar la cantidad de billetes impresos. Los promotores/constructores eran conscientes de que en el hipotético caso de que alguna vez dicha actividad se recuperara la cantidad de papeles impresos sería tan elevada que haría que los mismos no valieran nada provocando un segundo advenimiento del dios CAOS. Sin embargo no tenían otra solución a mano.

En todo caso era necesario salvar a la comunidad de vecinos y a los vecinos arrendadores, los paganos deberían ser los vecinos arrendatarios.

La situación era tan absurda como el ejemplo trasladado a una familia de arrendatarios particulares. Dicha familia genera un sueldo mensual de 1.000 u.m (y disminuyendo conforme pasaba el tiempo) pero los gastos de mantener a la familia era 750 y los de la hipoteca de su nuevo apartamento de 700. Cada mes dicha familia genera un desfase de 450 u.m.  La forma de solucionarlo tal y como hemos visto en la comunidad de vecinos es dejarles ir al banco y suscribir un nuevo préstamo de 450 u.m. cada mes (más el interés correspondiente). Es decir, cada mes la deuda generada aumenta en función de los intereses (por ejemplo el primer mes 450 + 3%, el siguiente mes, 463,50, al siguiente 477,05 y así sin visos de revertir la situación.  Y cada mes se les da un nuevo préstamo con el que pagar el anterior. 

Por desgracia los actores de esta fábula en la vida real tienen nombres y apellidos


  1.  Promotores/constructores: Bancos Centrales
  2. Comunidades de vecinos: Gobiernos
  3. Vecinos arrendadores: Bancos
  4. Vecinos arrendatarios: el resto, es decir, todos nosotros…


CONCLUSIÓN
Apañados estamos….