viernes, 21 de junio de 2013

viernes, 29 de marzo de 2013

Sobre Patrias y Banderas…

Conforme los años pasan y las decepciones y sueños frustrados van calando en nuestros huesos convirtiéndose en inseparables compañeros de viaje, nuestras opiniones y creencias van cambiando o envejeciendo con nosotros. Por ejemplo, y más concretamente en este caso, sobre Patrias, Banderas e identidades nacionales. Siempre he considerado que la elección de nacionalidad correspondía más a un ámbito subjetivo y personal que a la documentación legal correspondiente. Para ello he partido siempre de un axioma sencillo pero completamente real; sí en 1.000 o 10.000 años las fronteras y por consiguiente los países que encarcelan dichas limitaciones geográficas habrán cambiado drásticamente, y los mapas que hoy conocemos habrán sido remplazados por otros completamente distintos, por no hablar de 100.000 años en adelante, cuando quizás ni exista ya la raza humana, ¿cuál es el sentido de pretender convertir en algo inmutable y transcendental un accidente geográfico y temporal en la historia de la humanidad y de nuestro planeta?. Por ello, y en mi caso particular, sí la nacionalidad es una elección personal que queda en el ámbito de nuestros sueños, esperanzas, recuerdos e incluso olores y sabores, sólo me siento y he sentido Aragonés, siendo Aragón mi patria, ese lugar imaginario que sólo mi mente y mi imaginación conocen e identifican. Y es una elección personal dado que nunca he visto marca geográfica alguna que diferenciara Aragón de sus vecinos geográficos, y en cuanto a la condición humana es tan magnífica, despreciable y miserable en cualquier lugar del planeta independientemente del lugar en el cual fuera alumbrada. Es más, igual me siento más identificado con un finlandés o un senegalés que pueda compartir mis puntos de vista y principios que con la inmensa mayoría de ciudadanos de ese Reino imaginario que es mi patria. Así, y al hilo de lo ya expuesto, conforme pasan los años, mi bandera, mi patria y mi corazón se encuentran en un lugar sencillo, acogedor y fácilmente localizable. Mi nacionalidad es la que marcan mi hijo, mi familia y mis amigos. Allí donde se encuentren ellos estará mi patria y mi descanso. Patria por la que lucharé y derramaré mi sangre cuantas veces sea necesario sin importar las consecuencias. E incluso seguiré sintiéndome ciudadano de mi reino imaginario particular, Aragón… P.D.: Ello no significa que no esté agradecido por haber nacido en la parte buena del mundo, en aquella en la cual la sanidad y educación son un derecho y la democracia una virtud (bastante castigada y devaluada, eso sí). Por ello, como ciudadano procuraré contribuir a mantener y mejorar el enfermo Estado del Bienestar, en Aragón, España, Europa y extenderlo hasta donde sea posible. Pues sólo con el esfuerzo y compromiso de sus ciudadanos avanza una sociedad democrática.