Érase una vez unos alegres vecinos (ah no, ya disculparán, así empezaría un cuento. Déjenme
volver a intentarlo…)
El sol se desperezaba sobre un
bonito vecindario en alguna parte del mundo (por fortuna libre de guerras, dramas de
refugiados, y vergüenza internacional). En
dicho vecindario existían bonitos (y muy grandes) bloques de vecinos con sus
correspondientes piscinas y vecinos
molestos (un vecindario sin vecinos molestos no merece tal nombre). La organización social se componía de la
siguiente manera;
- Promotores/constructores:
Estaban en los áticos de los bloques de vecinos, ajenos y lejanos a lo que pasara
por debajo de sus relucientes moradas.
- Comunidades
de vecinos: quienes dirigían y organizaban cada bloque de vecinos y gestionaban
los servicios comunitarios.
- Vecinos
arrendadores: propietarios de casi todos los pisos de cada comunidad, eran la
minoría (curiosamente casi todos entraban en la categoría de vecinos molestos).
- Vecinos
arrendatarios: La base de la pirámide, digo, la base de la comunidad de
vecinos.
Los promotores/constructores
imprimían y distribuían el dinero que se utilizaba en cada comunidad de
vecinos. Los receptores de ese dinero para distribuirlo eran la comunidad de
vecinos y los vecinos arrendadores quienes lo utilizaban para sus propios pagos
y distribuirlo entre los vecinos arrendatarios. Los vecinos arrendatarios eran
felices en sus casas de diseño, trabajaban vendiendo y comprando productos y
servicios entre ellos y trabajando en el mantenimiento de la propia comunidad.
Todo funcionaba perfectamente y en armonía. Pero por desgracia la armonía es una diosa veleidosa y caprichosa
y el ser humano (molesto o no) un ser poco interesado en dicha diosa. Y llegó un momento en el cual los vecinos
dejaron de sentir respeto y admiración por la diosa armonía y comenzaron a
estrujarse las neuronas en busca de ganar más dinero. Y como el ser humano es
capaz de engendrar pesadillas basadas en el sueño de la razón se les ocurrieron
las siguientes ideas
- Por
parte de los vecinos arrendatarios: algunos de los mismos vieron la oportunidad
de ganar más dinero y enriquecerse con diversos proyectos, entre ellos convertirse
ellos mismos en constructores vía ampliar el bloque de edificios pidiéndole dinero a los vecinos
arrendadores para hacer más apartamentos
en las zonas verdes del edificio
- Por
parte de la comunidad de vecinos: aprovechando
la llegada de nuevos vecinos gracias a la construcción de nuevos
apartamentos se lanzaron a la construcción de grandes (y muy inteligentes
proyectos) como una piscina olímpica, ascensores de alta velocidad, un parque
de atracciones gigante en la azotea del edificio y muchos otros (al 2-5% de
comisión mediante. Claro, que ser miembro de la comunidad de vecinos no
presuponía que fueran tontos, y mucho menos, honrados…). Lógicamente cada nuevo
proyecto requería más personal y medios. Y que los vecinos arrendadores les
dejaran el dinero claro.
- Por
parte de los vecinos arrendadores:
Cuando descubrieron (aparte de ser vecinos muy molestos, claro) que el dinero
se movía a velocidades de vértigo y sin control a través de sus manos se horrorizaron
de ver que podían quedarse sin su parte del pastel (y en las universidades
elitistas de las que provenían quedaría muy feo acudir sin deportivo a la
fiesta de ex alumnos, inadmisible de todo punto, o sea) idearon la forma de
beneficiarse de semejante orgía económica:
1.
Por un lado como habían prestado dinero tanto a
los vecinos arrendatarios y la comunidad de vecinos y los proyectos parecían tan
tan sólidos (ironía off) convertir la deuda generada por dichos proyectos en
productos financieros que los vecinos arrendatarios (la base de la base)
pudieran adquirir vía participaciones y beneficiarse de los especuladores, digo espectaculares rendimientos
que dichos proyectos tan tan tan (sí, lo he repetido 3 veces) sólidos iban a
generar.
2.
Y por otro viendo que el dinero se movía tan
rápido, tan fuera de control por parte de los promotores/constructores y que
parecía no acabarse nunca que inventaron productos financieros que se basaban
únicamente en dichos movimientos de dinero entre la comunidad de vecinos, los
arrendatarios y ellos mismos, aplicando intereses entre los puntos de origen y
destino (y ya de paso añadiendo algunas participaciones mezcladas de todos los
demás megaproyectos)
A pesar del descontrol el sistema parecía funcionar (todos los
desiertos tienen espejismos, y la historia de la humanidad está lleno de ellos)
pero por desgracia la diosa armonía había desaparecido y un primo lejano suyo
decidió que era el momento de hacer una visita. Su nombre, CAOS. Y CAOS, al ver
el vecindario, decidió que era el lugar perfecto donde instalarse.
Lo primero que dejó de funcionar
fue la venta de nuevos apartamentos (se habían construido más de los que se
necesitaban) , seguida por la venta de entradas para el mega parque de
atracciones en la azotea. Al dejar de funcionar muchos vecinos arrendatarios
fueron despedidos, lo cual agudizó la caída en la venta de nuevos apartamentos
y la rentabilidad del resto los grandes
megaproyectos de la comunidad de vecinos. Pero lo más grave estaba por llegar,
al perder su trabajo, los ingresos de la comunidad de vecinos cayeron a pesar
de que el coste de la deuda de los megaproyectos seguía intacta. Y se habían
construido muchos apartamentos que nunca iban a venderse. Los vecinos
arrendadores descubrieron que no iban a
recuperar las deudas por el dinero que habían prestado a los demás, creando un
agujero imposible de asumir.
Asustados, los vecinos
arrendadores y las comunidades de vecinos se reunieron con los
promotores/constructores para encontrar una solución. Se plantearon dos
escenarios en dicha reunión;
- Parar
el sistema e intentar que la diosa armonía sustituyera a su primo CAOS. Por
desgracia dicha solución era imposible, significaría el fin del sistema y el abandono
masivo de los vecinos de la comunidad.
- Seguir
adelante y que la rueda no se parase. Para ello era preciso que los
promotores/constructores imprimieran muchos más billetes para cubrir los
agujeros de la comunidad de vecinos y los vecinos arrendadores. El sistema de
funcionamiento sería la emisión de billetes que serían entregados a las
comunidades de vecinos y a los vecinos arrendadores. Pero para poder justificar dicha medida era
preciso establecer un sistema de gestión de la circulación de dichos billetes. Así
que se decidió que las comunidades de vecinos recibirían dicho dinero, que justificarían vía
emisión de deuda comunitaria que podrían adquirir arrendadores y arrendatarios
a cambio de un interés. Dicho emisión de billetes se destinaba a cubrir los agujeros de la comunidad de vecinos y
arrendadores. Pero mejor ilustrarlo con números;
Comunidad de vecinos Mensual
Ingresos
Comunidad vecinos: 1.000,00 (y disminuyendo)
Gastos
corrientes Comunidad (limpieza, mantenimiento, etc.): 1.000,00
Deuda Megaproyectos:
70.000,00
Cuota deuda mensual
megaproyectos: 700,00
Desfase Mensual:
700,00
Vecinos arrendadores
Deuda generada
por actividades de construcción de apartamentos y megaproyectos: 140.000
Necesidades
corrientes de los vecinos arrendadores para seguir funcionando y dejando dinero
mensualmente: 700 u.m
Lógicamente los
vecinos arrendadores con semejante deuda no disponían de efectivo generando un
desfase mensual de 700 u.m.
Solución
Los promotores/constructores
imprimirían mensualmente 1.400 u.m en billetes que se lo darían a las comunidades de vecinos. Estos
convertirían esos 1.400 u.m en 1.000 participaciones de 1,4 u.m para que los arrendatarios lo compraran a cambio
de un interés y posteriormente a los 3 meses la comunidad de vecinos recomprar
esas participaciones pagando el interés correspondiente. La comunidad de
vecinos se quedaría con 700 y los vecinos arrendadores con otras 700 para
asegurar el funcionamiento del sistema. En caso de que los arrendatarios no
pudieran comprar esa deuda, los propios promotores constructores emitirían más
dinero para comprar mensualmente dichas participaciones.
El objetivo
era mantener el sistema en pie y sin que se parase, con la confianza de que la
actividad de los megaproyectos y venta de apartamentos retornase y permitiera
recuperar los ingresos y pagar las monstruosas deudas. Pero por desgracia la
confianza y los cimientos del sistema habían quedado tan tocados que dicha
actividad no se recuperaba. Y mientras los ingresos de la comunidad de vecinos disminuían,
los costes de la deuda y de la gestión diaria se mantenían, con lo cual era
preciso incrementar la cantidad de billetes impresos. Los
promotores/constructores eran conscientes de que en el hipotético caso de que
alguna vez dicha actividad se recuperara la cantidad de papeles impresos sería
tan elevada que haría que los mismos no valieran nada provocando un segundo
advenimiento del dios CAOS. Sin embargo no tenían otra solución a mano.
En todo caso
era necesario salvar a la comunidad de vecinos y a los vecinos arrendadores,
los paganos deberían ser los vecinos arrendatarios.
La situación
era tan absurda como el ejemplo trasladado a una familia de arrendatarios particulares.
Dicha familia genera un sueldo mensual de 1.000 u.m (y disminuyendo conforme
pasaba el tiempo) pero los gastos de mantener a la familia era 750 y los de la
hipoteca de su nuevo apartamento de 700. Cada mes dicha familia genera un
desfase de 450 u.m. La forma de solucionarlo
tal y como hemos visto en la comunidad de vecinos es dejarles ir al banco y
suscribir un nuevo préstamo de 450 u.m. cada mes (más el interés correspondiente).
Es decir, cada mes la deuda generada aumenta en función de los intereses (por
ejemplo el primer mes 450 + 3%, el siguiente mes, 463,50, al siguiente 477,05 y
así sin visos de revertir la situación. Y cada mes se les da un nuevo préstamo con el
que pagar el anterior.
Por desgracia los actores de esta
fábula en la vida real tienen nombres y apellidos
- Promotores/constructores:
Bancos Centrales
- Comunidades
de vecinos: Gobiernos
- Vecinos
arrendadores: Bancos
- Vecinos
arrendatarios: el resto, es decir, todos nosotros…
CONCLUSIÓN
Apañados estamos….